“...los fans amaban y sobrevivían y vivían más intensamente que la mayoría de los humanos, con excepción de los religiosos. Pero los religiosos solían ser infelices. Y los fans no.”
Éste es el mar, Mariana Enríquez
FAN no es un medio de investigación, es una investigación incesante e inestable del medio. Se angustia y se desfasa entre lo que pensaba que era, lo que es, lo que quiere ser y lo que va a ser mañana.
FAN no es el espacio de internet como publicidad para edificios y arquitectos sino el espacio de su velorio,
del aceleramiento hacia el espacio virtual a pura pandemia y algoritmo. FAN explora lo fantástico, lo fantasmagórico, lo fantasioso, lo fanático.
Somos fanáticos fantasmas fantaseando escenarios irreales sobre realidades inconexamente conectadas.
FAN de fantasear porque la realidad nos aburre.
FAN de fantasmagorear porque las cosas son demasiado evidentes.
![]()
FAN de fanatizarse porque nos quedamos sin emociones radicales.
FAN está extrañamente obsesionado por los materiales. Por el hormigón.
Por el agua. Por la tierra húmeda. Por el desierto. También por los colores. Y por los cambios de color. Por los materiales de la internet.
Por el agua. Por la tierra húmeda. Por el desierto. También por los colores. Y por los cambios de color. Por los materiales de la internet.
FAN se interesa por la tectura que emerge de la fricción del neoliberalismo con la dignidad.
¿A dónde van las páginas web cuando mueren?
La crítica marica te exige pasar por el cuerpo lo que se menciona. Butler escribe un libro que se llama “Dar cuenta de uno mismo.” ¿Cómo te pasás una página web por el cuerpo? Por las dudas, toco mi pantalla con todo mi cariño. Dar cuenta, pedir la cuenta, pagar la cuenta, deber la cuenta.
FAN se interesa por esa tóxica relación de la arquitectura con la filosofía. “Si querés aprender arquitectura, andate a la cárcel.”
FAN es gozo y exceso.
FAN está hecha acá y desde acá, para acá y para allá.
FAN no se quiere ir a vivir a Europa.
FAN quiere huir a Olavarría.