La marginalidad a la que están desplazadas las infraestructuras, tanto en la vida cotidiana como en la arquitectura, nos atrae obsesivamente. Centrales nucleares, hidroeléctricas, tanques de agua, cañerías, puertos, puentes, túneles, cables, entre muchas otras, pueblan nuestro planeta de manera silenciosa y determinan las formas de nuestra vida, la relación con el entorno y la forma y organización de nuestra arquitectura.